Sergio Camargo *
Periodista y Escritor
Los medios comerciales de comunicación
de Colombia, ya comenzaron con su gigantesca tarea de redorar la imagen de uno de
los criminales mas grandes que ha tenido y tiene el país, el narcoparamilitar Álvaro
Uribe Vélez, quien a punta de asesinatos, corrupción, narcotráfico y mentiras,
logro, con la anuencia de la podrida clase política del país y la cobarde
prensa nacional, ascender los difíciles y tortuosos peldaños del poder político
y llegar a ser escogido por una minoría, mas no elegido por el pueblo,
Presidente de la República. En efecto la prensa del régimen genocida que impera
en el país, está promocionando el libro del Narcotraficante N° 82, escrito a
guisa de biografia y que lleva por titulo “No Hay Causa Perdida”.
Este nefasto e inescrupuloso
individuo habrá contado en su libro y a su manera, los mas bellos y tiernos
sucesos de su vida familiar, como por ejemplo que su padre Alberto fue un
hombre honesto y trabajador, adorador de caballos finos de paso (su único
pecado) y que sus hermanos Jaime (muerto de cáncer de garganta) y Santiago
sobre todo, son verdaderos campesinos entregados al trabajo honorable y al
progreso de la patria. Y las mas bellas, gloriosas y osadas hazañas como hombre
publico desde hace mas de treinta años, cuando comenzó como secretario general
del ministerio del trabajo, luego director de la Aeronáutica Civil, después
como Concejal de Medellín y mas tarde Gobernador y senador de la republica, fueron
gloriosos, hasta llegar a convertirse en presidente de la republica de
Colombia, durante ocho años (2002-2010), en los cuales mitigo los sufrimientos
del pueblo, enfrento a los terroristas casi exterminándolos, trajo la paz al país
desmovilizando alrededor de treinta mil hijos pródigos que cometieron algunos
delitos y sentó cátedra en el continente americano que con mano dura (de
hierro), la “seguridad democrática” si funciona. Los chilenos, mexicanos,
peruanos, guatemaltecos, hondureños y
otros le creen.
Pero la realidad es muy otra y
nosotros colombianas y colombianos de bien nos hemos encargado de contar la
verdadera historia de este criminal y las sucias y mortíferas andanzas de sus
familiares, padre, hermanos, hijos, primos y sobrinos.
Yo hace cuatro años me di a la
tarea de recopilar muchas de las andanzas criminales de esta familia y su
complicidad con el narcoparamilitarismo y publique el libro titulado “El
Narcotraficante N° 82 – Alvaro Uribe Vélez – Presidente de Colombia”.
Ciñéndome a la verdad, sin
calumnias, sin mentiras ni resentimientos de ninguna clase o prejuicio alguno y
sin ningún deseo de mentir por venganza u otro impulso malsano, escribí una
especie de biografía de este sórdido e inhumano personaje, así como la de su
familia, haciendo una radiografía espeluznante por la cual ha atravesado el
pueblo colombiano, bajo el imperio del narcoparamilitarismo y su principal
capo, después de la muerte del sanguinario Pablo Escobar, el marrullero Álvaro
Uribe Vélez.
Mediante los métodos más bajos y sangrientos
que la humanidad pueda imaginarse este criminal y su familia supieron
aprovechar en todas sus formas las “bondades” del crimen organizado y la mafia.
Pues su padre Alberto y su hermano Jaime
fueron cercanos amigos y socios de Pablo Escobar, el primero se salvo de ser
extraditado a Estados Unidos y el segundo estuvo detenido en Medellín por su
colaboración con el criminal mafioso, pero ambos quedaron libres gracias al
quehacer de la mafia y la corrupción que azota al país, eran los años 1982-1983.
Los Uribe no fueron ajenos al asesinato del ministro de justicia en el gobierno
de Belisario Betancur (1982-1986), Rodrigo Lara Bonilla y quien en su frontal
lucha contra el crimen organizado y la mafia, había intervenido y hecho
destruir el mayor laboratorio de procesamiento de cocaína perteneciente a Pablo
Escobar, llamado Tranquilandia y en el cual se encontró una avioneta perteneciente
a los Uribe.
Su hermano Santiago se dio el lujo
de crear un escuadrón de la muerte con cura abordo, asesinando casi un centenar
de inocentes colombianos, sin descontar sus afinidades en la exportación de cocaína
con sus primos los Ochoa.
Álvaro Uribe, en su paso por el
ministerio de trabajo, la Aeronáutica, la alcaldía de Medellín y la gobernación
de Antioquia, no ceso en su colaboración y valiosa ayuda al capo Escobar y a la
creación y perfeccionamiento del aparato paramilitar causante del asesinato y
la desaparición de mas de medio millón de colombianos y colombianas, en estos últimos
treinta años, así como el desplazamiento de casi cinco millones de campesinos y
el exilio de otros tantos millones en muchas partes del mundo, una gran parte
de perseguidos políticos.
Las flamantes democracias de
Estados Unidos y la Unión Europea han guardado un cómplice y hermético
silencio.
Su llegada a la presidencia de la
republica no fue gracias al apoyo del pueblo colombiano, pues en Colombia jamás
ha existido democracia, su gran suerte fue ser el escogido entre los capos de
la mafia y el crimen organizado con la complicidad del corrupto bipartidismo
(liberales y conservadores). Ya en la presidencia comenzó a perseguir
Defensores de Derechos Humanos, Sindicalistas Lideres Populares y Campesinos,
Periodistas Alternativos y Abogados. Con sus amigos militares y paramilitares
sembraron el terror en la mayor parte del país y los asesinatos de los
ciudadanos abiertamente contrarios a sus políticas, sobre todo los líderes
fueron exterminados sin piedad. Mientras tanto el narcotráfico se nutria de la
ayuda gubernamental y de la ‘ceguedad’ de la policía el ejército y una parte de
la justicia.
La mayoría de los compinches de
Uribe en el crimen organizado y la mafia, políticos, empresarios, militares y
narcoparamilitares, quienes hicieron parte de sus ocho años de gobierno, han
sido señalados y acusados por sus crímenes, pero muchos otros se encuentran
libres o huyendo de la justicia.
Su primo y compañero político, el
senador Mario Uribe Escobar, fue condenado por narcoparamilitarismo y sus dos
hijos Tomas y Jerónimo, están acusados por sus relaciones y negocios con
narcotraficantes, además de su participación en corrupción y trafico de
influencias.
El criminal Uribe sostiene que
durante su gobierno desmovilizo más de treinta mil paramilitares, una mentira
que cuenta miles y miles de veces para convertirla en verdad. Pero la realidad
fue que muchos desmovilizados eran vagabundos y desempleados y las armas
entregadas eran viejos fierros inservibles, entre tanto los paramilitares se
escondieron o se achicaron para pasar desapercibidos, mientras se le mostraba
al mundo que los escuadrones de la muerte ya no existían en Colombia, gracias
al presiente Álvaro Uribe Vélez.
A pesar de que la democracia se diluyó
y la seguridad se convirtió en represión y bala, Uribe sigue pregonando por
todo el mundo que su “seguridad democrática” fue su mayor éxito por que derroto
a los terroristas. Para él, los escuadrones de la muerte no son terroristas y
sindicalistas y lideres populares si lo son.
El libro “No Hay Causa Perdida”,
no cuenta nada de lo antes mencionado, entonces valdría la pena confrontarlo
con el del “Narcotraficante N° 82”, para que sopesáramos datos, hechos históricos
y a personajes de la narcoparapolitica y sus verdaderas andanzas y así darnos
cuenta quien es quien en Colombia y quien cuenta la verdad.
Yo estoy seguro en todo caso, que
los colombianos y colombianas de buena voluntad y quienes somos la mayoría
absoluta, no estamos mintiendo. Hemos denunciado que la seguridad democrática
equivale a Terrorismo de Estado. Así los amigos y compinches del
‘Narcotraficante N° 82’, propietarios y directores de la prensa del régimen, nos
sigan intoxicando con sus inverosímiles historias de un país que solo existe en
sus cabezas.
Septiembre 17 de 2012
*Sergio Camargo, es autor
entre otros libros: Democracia Real Universal y El Narcotraficante N° 82 Álvaro
Uribe Vélez. Ha sido director de la revista Universo Latino y autor de
numerosos artículos sobre la realidad latinoamericana y mundial.
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