jueves, 28 de marzo de 2013

Canción del Soldado: Rolando Alarcón





Atención del compañero Pablo Ruiz desde Chile y de la compañera Purificación de la Blanca, España




Canción del Soldado
Rolando Alarcón

http://youtu.be/pMhE9PfQqfI

Dicen que la patria es
Un fusil y una bandera
Mi patria son mis hermanos
Que están labrando la tierra
Mi patria son mis hermanos
Que están labrando la tierra
Mientras aquí nos enseñan
Cómo se mata en la guerra

A que yo no tiro que no
A que yo no tiro que no
A que yo no tiro contra mis hermanos
A que yo tiraba que sí
A que yo tiraba que sí
Contra los que ahogan
Al pueblo en sus manos

Nos preparan a la lucha
En contra de los obreros
Un rayo me parta a mí
Si ataco a mi compañero

La guerra que tanto temen
No viene del extranjero
Son huelgas igual que aquellas
Que lograron los mineros

A que yo no tiro que no
A que yo no tiro que no
A que yo no tiro contra mis hermanos
A que yo tiraba que sí
A que yo tiraba que sí
Contra los que ahogan
Al pueblo en sus manos

Si mi hermano se levanta
Estando yo en el cuartel
Tomo el fusil y la manta
Y me echo al monte con él

Oficiales, oficiales
Tenéis mucha valentía
Veremos si sois valientes
 Cuando llegue nuestro día

A que yo no tiro que no
A que yo no tiro que no
A que yo no tiro contra mis hermanos
A que yo tiraba que sí
A que yo tiraba que sí
Contra los que ahogan
Al pueblo en sus manos








Cultura callejera: Los Chikos del Maíz, Terrorismo

Grupo valenciano de hip hop: Los Chikos del Maíz




Cultura callejera

La cultura  también merece un espacio, bajo esta percepción es que presentamos a Los Chikos del Maíz,  grupo de hip hop valenciano cuyos miembros se definen a sí mismos como antifascistas y seguidores del marxismo científico además de antimonárquicos.
Y esta conjunción podría muy bien ser un “cóctel” importante y para prestar atención.

¿Son transgresores, polémicos, comprometidos, controvertidos?  Sin dudas, pensamos que dan que hablar y eso no es poco.

Las letras de sus canciones no pasan inadvertidas, de hecho el tema “ T.E.R.R.O.R.I.S.M.O” en un video clip con la participación del grupo Habeas Corpus define muy bien el significado que entraña esa  palabra.
Tan bien lo han dicho que seguramente se habrán ganado varios enemigos.
Anncol Cultura comparte esa definición invitando a los compañeros a escuchar el tema y a sacar sus propias conclusiones.

Letra:

Terrorismo es la banca, las multinacionales
Terrorismo es la tortura de animales, el bipartidismo
los paraisos fiscales, el neoliberalismo,
imitar la vida de otros y no ser uno mismo
Terrorismo es capitalismo barbarie
Terrorismo es la madera, reprimiendo la voz en la calle,
Corporativismo que escupe a la historia
Terrorismo es Manuel Fraga, asesinando en Vitoria
Y gloria a los caídos, y muerte a los traidores
Terrorismo genocida es el Trío de las Azores,
actrices, actores, en esta danza macabra
Terrorista es quien imputa a Hasel por usar la palabra
Terrorismo es Camps y Fabra,
y terrorismo arquitectónico es Santiago Calatrava
Terrorismo es violencia,
y el peor terrorismo de todos es tu indiferencia
 
Terrorismo es Álvaro Ubire
Es Barack Obama indultando a Posada Carriles,
Es que pueblos libres sean oprimidos
Terrorismo es la ley de partidos
No me cojereís vivo, antes que rendirme me tiro al abismo
Moriré defendiendo lo que escribo
El mayor terrorismo es el capitalismo
 
Terrorismo es el Estado Español,
que tortura y asesina a la gente en prisión
Terrorismo, de comunicación,
que ayudan a justificar otra intervención de la OTAN
Terrorismo son sus tropas,
que pregunten en Yugoslavia o en Libia
Terrorismo no es la Kale borroca,
es el presidente bocas del foro de la familia
Terrorismo es el GAV, España 2000,
son los Mossos y la Guardia Civil
Terrorismo es El País,
editoriales contra Chavez en Abril del 2002
es la F.A.E.S., Conferencia Episcopal,
la Ley Sinde, la SGAE, la Casa Real,
los recortes de De Cospedal y Mas
y accidente laboral es siempre terrorismo patronal
 
Terrorismo es la CIA, Coca-Cola, McDonals, Repsol y el Corte Inglés,
publicistas terroristas en la tele,
la publicidad es violencia simbólica contra las mujeres
No puedes escapar de las redes, paneles
Estado policial controla todos los niveles,
redadas contra sin papeles
Lo dijo Neruda, terrorismo es el embargo contra Cuba
 
Basta mirar y contemplar, que el miedo es solo una herramienta más,
en manos de aquellos que se han erigido en dueños del poder
 
El terror no es solo una palabra, es la esencia de la democracia,
sin su voz no sobrevivirían ni sus Cortes, ni sus Reyes, ni su Ley un solo día.


lunes, 25 de marzo de 2013

La polémica de "Tres Caínes". El problema es el régimen


Tres Caínes...  la barbarie hecha espectáculo no es de ayer








Por Santiago Andrés Gómez

Tres Caínes... La barbarie hecha espectáculo no es de ayer


Antes de decir cualquier cosa sobre la polémica que ha causado la serie de televisión Tres Caínes, o más bien como primera claridad, debo advertir que no he visto, ni veré, un solo capítulo de este programa, así como no vi ni un minuto entero de El Patrón del Mal, ni de Rosario Tijeras, ni de Las mujeres de la Mafia, ni de ningún producto televisivo, incluidos noticieros y hasta partidos de fútbol, desde hace ya varios años. Con esto espero que se espanten de la lectura de mi artículo no solo los fanáticos de la televisión, sino también los que piensan que es una alternativa para el entretenimiento y una herramienta en la construcción de ciudadanía, con todo y que se estén haciendo en este medio algunos de los productos audiovisuales (o sea, desde mi punto de vista, cinematográficos) más apasionantes y pertinentes de los últimos tiempos en el mundo.


El Patrón del Mal parte en dos la historia de la televisión colombiana





En esto, una decisión personal, no hago concesiones. “La televisión es para pegar duro”, dice el profesor Germán Franco, Jefe de Comunicaciones del Ministerio de Cultura, en una clase especial a la que afortunadamente pude asistir, pero eso habla justamente de la engañosa cualidad que tiene ese medio de promediar por lo bajo, de buscar con afán el gusto masivo con generalizaciones y simplismos. La amplitud enorme, la gran cobertura, parecen ser características ideales que la competencia global exige sostener, de modo que incluso canales regionales y locales no pueden hacer cosa distinta a someterse al veredicto numérico de la teleaudiencia, medido como en básculas de plaza de mercado. La consecuencia es que uno deba acusar lo más defendible en la televisión: su capacidad de aglutinar y generar consensos.

Pero viendo de lejos es notable que la televisión nacional empezó a darse cuenta de que la realidad cotidiana tenía un interés especial para la población, y eso es irreprochable. Del, digamos, costumbrismo inmediato de Sin tetas no hay paraíso y Rosario Tijeras se pasó a la reproducción a escala de la intimidad noticiosa en El Capo y Las mujeres de la Mafia, y de allí a esas dos series que, en palabras de quienes las defienden, “documentan el presente” y que nos han puesto a debatir tanto en estos días sobre la legitimidad del “uso de la realidad” (no hay otras palabras para definirlo) con fines económicos y, aparentemente, nulo interés en sus repercusiones culturales: El Patrón del Mal y Tres Caínes; todo con una suerte de subienda en el rating que da pie a que se insista en que se produce lo que la gente quiere.


Sin tetas no hay paraíso abrió la brecha de lo real como espectáculo




Pero esa medición solo cubre lo que le interesa, y se aprovecha de ello. Es decir, por definición le da la razón a lo que la gente pida, sin atender a ningún examen adicional, tal como si uno pensara que mientras más violencia o injusticia hay en el mundo, es porque es buena. Y aun la perversión del rating es mayor: incide, como hiciera el viejo cine clásico de Hollywood en todo el mundo, en una visión estereotipada de la realidad, alimentando heroísmos masoquistas y martirologios complacientes en una población que, como lo demuestran otros formatos o géneros televisivos, como los reality shows o los espectáculos de Laura en América, se traga entero el cuento de la bondad y la maldad, y eso además sin importar para nadie otra cosa que figurar. Poco se piensa, pero es real, que lo único que uno quiere es mirar y que lo miren a uno.

Acá miramos otra vez lo que en las noticias sabíamos que pasaba atropelladamente, y como señala Simón Posada en un texto excelente, aunque por varias razones polémico...


las virtudes de todo relato demuestran que cualquier documentación de la realidad está mediada, aun cuando se tome como reproducción fiel de la misma. La pregunta o la queja que supone esta serie para todos los que la critican debería extenderse a los noticieros con mayor indignación, pues no es otra cosa que el mismo negocio de la violencia, del falso escándalo, de la creación de enemigos, del espectáculo del dolor ajeno, y eso sin los filtros que autorizan a cualquier guionista a demostrar que su texto es una versión de lo real, puesta al examen de un espectador menos crédulo ante la telenovela, o sea un poco más crítico.



Julián Román, como Carlos Castaño, en Tres Caínes... La abyección como vehículo del lucimiento...




Es verdad que todos ponemos y quitamos a lo que vemos, incluso a los noticieros. Pero por eso mismo las protestas que se han levantado contra Tres Caínes se constituyen, quiéranlo o no sus impulsores, o sépanlo o no, en la invocación a otra forma de contar nuestra realidad. Sin duda, aunque algunos llamen a suspender la serie y a no contar cosas tan terribles pasado tan poco tiempo de las heridas a las que hace referencia, la búsqueda es por una televisión más seria y responsable, no solo guiada por el lucro. Nuestra labor ahora, y solo por eso escribo esto, es entender que detrás de una búsqueda de lucro hay una forma lucrativa, un discurso de lucro, un mercado de valores morales que precisamos acaso renovar, si no desmontar. No son los temas los que hay que evitar, sino esa mentalidad que nos hace disfrutar con el dolor del otro.







sábado, 16 de marzo de 2013

Las manos de Ricardo Carpani



Ricardo Carpani




Ricardo Carpani fue un pintor argentino.
1930-1997

 Dejó su obra empapada de fuerza que perdura en el tiempo. Fue otro de los “imprescindibles” en un mundo en el que sobran los otros

Algunas de sus obras






Poemas inolvidables: César Vallejo

César Vallejo




Poeta revolucionario que la muerte no pudo matar del todo:

César Vallejo. Santiago de Chuco (Perú), 1892 - París (Francia), 1938.
Dos poemas:

Los heraldos negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... ¡Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!


Masa

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
"¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: "¡Quédate hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon: les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...

viernes, 15 de marzo de 2013

Señores de la Guerra (Bob Dylan, norteamericano)

Bob Dylan decía mucho...






Venid señores de la guerra,
vosotros que fabricáis todas las armas,
vosotros que fabricáis mortíferos aviones,
vosotros que fabricáis todas las bombas,
vosotros que os escondéis tras muros,
vosotros que os escondéis tras escritorios,
sólo quiero que sepáis
que veo a través de vuestras máscaras.

Vosotros que no habéis hecho nada
salvo construir para destruir,
vosotros jugáis con mi mundo
como si fuera vuestro juguete,
vosotros ponéis un arma en mi mano
y os quitáis de mi vista,
y os volvéis y corréis lo más lejos
cuando las balas vuelan raudas.

Como el Judas de antaño
mentís y engañáis,
una guerra mundial puede ser ganada
queréis que me crea,
pero veo a través de vuestros ojos
y veo a través de vuestro cerebro
como veo a través del agua
que corre por mi desagüe

Vosotros ajustáis todos los gatillos
para que otros disparen,
luego os apartáis y esperáis
cuando las listas de muertos aumentan,
vosotros os escondéis en vuestra mansión
mientras la sangre de los jóvenes
se escapa de sus cuerpos
y se hunde en el barro.

Vosotros habéis extendido el peor miedo
que jamás pueda ser gritado,
miedo a traer hijos
a este mundo,
por haber amenazado a mi hijo
nonato y sin nombre
no valéis la sangre
que corre por vuestras venas.

Cuánto sé yo
para hablar así a destiempo,
puede que digáis que soy joven,
puede que digáis que soy ignorante,
pero hay algo que sé,
aunque sea más joven que vosotros,
y es que ni siquiera Jesús jamás
perdonará lo que hacéis.

Permitidme haceros una pregunta,
¿es tan bueno vuestro dinero?
¿comprará vuestro perdón?
¿creéis que lo hará?
Me parece que descubriréis
cuando vuestra muerte cobre su peaje,
que todo el dinero que hicisteis
nunca podrá salvar vuestra alma.

Y espero que muráis,
y que vuestra muerte venga pronto,
seguiré vuestro ataúd
en la pálida tarde,
y esperaré mientras sois bajados
a vuestro lecho de muerte,
y me quedaré sobre vuestra tumba

miércoles, 13 de marzo de 2013

De genocidios e impunidades III




     
Otro torturador es apresado. Las crónicas dicen: uno más, en Argentina, Plan Cóndor, el segundo detenido de los requeridos por la justicia italiana. Las heridas estallan, este “uno más” significa además otras muchas historias amontonándose durante casi treinta y cinco años




Por  Anahit Aharonian1
Los distintos medios de prensa dicen que este militar retirado está acusado de varias muertes. Las eternas angustias afloran: es inaceptable “medir” a los torturadores, no deberíamos medirlos solamente, repito, solamente por su responsabilidad en el asesinato o desaparición de compañeros. ¿Es más torturador uno cuya tortura llevó a los compañeros hasta la muerte que otro que “sólo” destrozó vidas y sueños? Tras interminables sesiones de torturas, físicas y psicológicas, unos fueron desaparecidos y/o asesinados, otros fueron condenados a largas y muy duras condiciones de prisión en un “universo concentracionario”,2 a otros les implicó tomar el camino del exilio, del desarraigo, y al resto de la población se la sometió a una vida dominada por el terror durante más de una década, cuyas innegables consecuencias aún padecemos.

Los sentimientos y pensamientos se atropellan, estallan las heridas abiertas por acumulación de dolor, de rabia, de largos, muy largos años sintiendo enorme impotencia. No encuentro cómo seguir, quizá por temor a comenzar y no lograr parar. Elijo, entonces, hacerlo a partir de trozos de mi sintético testimonio contenido en De la desmemoria al desolvido.3

Mis orígenes

Mi madre por un lado y mi padre por otro, llegaron a Uruguay donde se conocieron y lucharon por la causa armenia. Ambos eran sobrevivientes de la masacre de 1915, y vivían el exilio forzado al que fueron sometidos los armenios. Querían volver a su tierra, el gobierno turco debía reconocer el genocidio cometido contra la mitad de la población armenia, reconocimiento que aún estamos esperando.

Crecí escuchando las anécdotas de familiares perseguidos y desaparecidos, de pueblos enteros masacrados y de la lucha de los armenios a lo largo de siglos y siglos, pero en particular en este siglo que me incluía.
Un día de 1972, las Fuerzas Armadas allanaron la casa de mis padres y estaba mi abuela materna. Irrumpieron bruscamente ocupando toda la casa, revisaron, golpearon, pisotearon. Como consecuencia, ella quedó una semana postrada diciendo: “Volvieron los turcos”.

Arpiné, una prima de mi padre, estuvo desaparecida en Turquía durante cuarenta años. Fue una vivencia profundamente estremecedora encontrarla, y todos los pasos que hubo que seguir para traerla a Uruguay, donde estaban esperándola su madre y hermanos. Imborrables son los momentos que de niña viví junto a mi familia, en una mezcla de sufrimiento por todo lo soportado y ese asomo de alegría que implicaba el reencuentro. Ella estuvo acá, con nosotros, hasta hace muy poquito tiempo, muy dulce y cariñosa. “Hermanita”, le decía mi padre, quien había perdido a sus hermanas a manos de los turcos.
Cuál no sería mi sorpresa cuando uno de los oficiales que vino a mi casa a llevarnos detenidos era hijo de armenios, Antranig Ohannessian Ohanian –o Antonio, como gusta hacerse llamar–, quien supo conocer la historia de sus ancestros y con quien, junto a muchos otros niños y adolescentes de la colectividad armenia, yo había compartido actividades de canto, gimnasia, torneos deportivos, teatro en armenio, etcétera.

No cabía en mi asombro, era increíble ver cómo ese muchacho, que había quedado huérfano y había recibido todo el cariño de la colectividad, era capaz de torturarnos, robarnos, mentirnos, mentir a mi madre –quien tanto se había ocupado de él–, disfrazarse para salir a la calle a reprimir y traer más y más presos al cuartel donde primero fuimos torturados. Él era uno de los torturadores más activos, teniente segundo en ese momento y pertenecía al ocoa.4

La caída. Cerca de la medianoche del 11 de setiembre de 1973, mientras escuchábamos la radio –no teníamos televisión– para saber más de lo que estaba ocurriendo en Chile, oímos los golpes muy fuertes de aquellos que venían a llevarnos: el mayor Bonilla y el teniente Ohannessian, alias “el Turco”.
A partir de ese momento quedamos aislados, en un segundo perdimos contacto con el mundo, con nuestro mundo, con todo: relaciones, amigos y compañeros y nos separaron a nosotros dos durante once años y medio.
No recuerdo cuánto tiempo duró nuestra situación de desaparición. Ohannessian era uno de los que nos había llevado, nos torturaba física y psicológicamente en forma permanente. Desde lo más profundo comencé a entonar el “Himí el Lrénk”,5 lo cantaba con mucha fuerza o lo silbaba, era la forma que, aislada en un calabozo, encontré para exteriorizar dolorosos sentimientos, como los de mi abuelita.

Así, también encontraba una forma para recordarle a este hijo de armenios sobrevivientes del genocidio, que nosotros, los hijos de ellos, no íbamos a bajar nuestros brazos, no íbamos a callar nuestra bronca frente a este que se había transformado en verdugo.
El 11 de noviembre de 2002 presentamos nuestro libro,

 
6 a mi turno, decía: “Esta melodía que intenté silbarles es una canción armenia que se llama ‘Himí el Lrénk’. Una canción que viene de mis ancestros y que silbé y canté en el primer calabozo en el que me encontré, intentando comunicarme con las compañeras y compañeros que estaban en los otros calabozos. Aunque prohibido, el silbido era una forma de comunicación. Esta canción en particular, refiere a la lucha de los armenios enfrentando al enemigo que lo estaba masacrando, diciendo ‘No nos callaremos ahora, hermano, ahora que el enemigo hunde su espada sobre nuestro pecho. Libéranos, liberémonos...’”.



 Ellos eran los que decidían sobre nuestras vidas y nuestras muertes. Algunos quedaríamos vivos, otros no y ya muertos decidían también si “aparecerlos” muertos o simplemente desaparecerlos del todo. Ellos decidían cómo, cuándo y cuánto torturarnos, hostigarnos y, sobre todo, dividirnos.
Nueve meses estuve en el cuartel, la mayor parte en un calabozo sola, torturada, aislada. Un calabozo totalmente blanco con luz potente prendida día y noche o con luz apagada día y noche. Oía cuando traían compañeros a los demás calabozos, oía sus desgarradores gritos, su sufrimiento, sus nombres... como todos los que allí estábamos, distinguía al torturador de turno. El Turco, también llamado “Babosián” por la tropa, parecía estar siempre “de turno”, se disfrazaba de mujer, de pordiosero, de civil.
El victimario permanecía impune, y como si eso no fuera suficiente, aparecía en las páginas de “sociales”. Sí, nos sorprendimos la primera vez que vimos su foto en una fiesta. En el lado izquierdo de la foto se ve al “señor Antranig Ohannessian” y en la punta derecha de la foto su esposa, contadora de un grupo empresarial. Marido y mujer en “sociales” festejando un aniversario de la firma J C Lestido, integrante del Grupo d’Arenberg… La impunidad lo hacía un “señor”. Nos preguntamos: ¿acaso ella sabía quién era verdaderamente su marido? ¿Qué saben sus hijos de su pasado como oficial del Ejército?
Se festejaba al verdugo y a quienes lo protegían, mientras se invisibilizaba a la víctima, un inmejorable testigo de las tropelías cometidas.

* * *

Hoy Antranig Ohannessian Ohanian está detenido. Duele que no sea la justicia uruguaya la que haya tomado esta iniciativa. Duele en lo más profundo la constatación del paralelismo entre el negacionismo del genocidio armenio y nuestra absurda y ahistórica ley de impunidad: levantar las manos y anularla sería una demostración de madurez política.
Un día de primavera vino mamá a la visita y me preguntó: “¿Te acordás del ciruelo rojo que plantaste en el frente del Club Vramián y del sauce que plantó Antranig?”.

“Sí, teníamos 13 años”, contesté, a lo que agregó: “El sauce se secó, el ciruelo está en flor”.

1. Uruguaya, presa política desde el 11 de setiembre de 1973 hasta el 10 de marzo de 1985.
2. Concepto tomado de El universo concentracionario, de David Rousset, Anthropos Editorial, 2004.
3. De la desmemoria al desolvido, Editorial Vivencias, primera edición, noviembre de 2002. 
Publicado el viernes 4 de abril de 2008, en Contratapa del Semanario Brecha

Los Fusilados de Soca de Asesinatos e impunidades II



Anahit Aharonian[i]
(Publicado en contratapa Brecha, 31 de diciembre de 2008)

Treinta y cuatro años después, el 21 de diciembre de 2008 parece que finalmente les dimos sepultura a tres compañeras -una en avanzado estado de gravidez-y dos compañeros. Cinco que eran seis, los fusilados de Soca,[ii] los fusilados porque sí.

Diciembre de 1974.
Hacía ya un año y medio que habían disuelto el Parlamento, el país entero convertido en una gran cárcel y las cárceles repletas. Entonces inventaron nuevos centros de detención, no sé por qué se les llama "clandestinos", como si la legalidad importara a quienes detentaban el poder. Apenas mataron al coronel Trabal en París, incomunicaron a todos los presos políticos, quedamos totalmente aislados, como castigo (¿castigo?), incomunicados de nuestra familia, de nuestros abogados que entonces eran aún abogados civiles. No sabíamos qué podía ocurrir, a qué nuevas situaciones nos iban a someter a nosotros y también a nuestros seres queridos que debían soportar una nueva carga de incertidumbre acerca de nuestra realidad. No podemos dejar de tener en cuenta las fechas, las familias no sólo no contarían con sus seres queridos en sus mesas de Navidad y año nuevo, sino que estarían más que angustiadas ante esta nueva arremetida.

En el Penal de Punta de Rieles
Estábamos en el sector D, el de bolsillo rojo, que tenía ventanas -pintadas de blanco- hacia el frente del edificio. Ellos vienen a buscarme, ¿cuáles ellos?, ¿por qué? ¿Dónde me llevarán? ¿Para qué? Siempre llegan y gritan. Esta vez también: "Prepárese 009, póngase el uniforme de visitas". ¿De visitas? ¿Qué visitas si estamos incomunicadas? Rápidamente Alba[iii]  se escabulle y se interna en el baño, se sube al inodoro para vichar desde la banderola y ver si reconoce a algún oficial, adelantarse para intentar avisarme. Es inútil, no reconoce a ninguno. Entonces, ¿quiénes son los que vienen a llevarme? Como mi "uniforme de visitas" no está aún dobladillado, será el de Sandra el que me ponga. Se abre la reja del sector en medio de un tenso silencio, las compañeras están alertas en todo el penal, vichando a través de todos los agujeritos que hacíamos en la pintura de las ventanas, queríamos/teníamos que reconocer a quienes me llevaban. ¿Sería sólo a mí o se llevarían a otras compañeras? Bajamos las escaleras, me metieron en un vehículo militar todo cerrado, me vendaron y así me trasladaron sin explicaciones, sin decirme por qué, para qué ni hacia dónde. ¿Quiénes son que se mueven con tanta naturalidad? Alba no los reconoció.

Soca y la Casa de Punta Gorda
El viaje no es largo. Estacionan el vehículo luego de que se abre una especie de portón. Me arrastran escaleras arriba. Es raro el ambiente, no se oyen soldados pero sí el sonido del mar, las olas rompiendo cerca. También oigo voces de niños. Trato de mirar por debajo de la venda y veo piso de parqué. ¿Dónde estaremos? Parece absurdo, esto asusta más. No es un cuartel y eso da mayor inseguridad, inseguridad que crece al ver guardias diferentes: en los cuarteles los guardias son soldados de uniforme, acá no, acá los guardias están de torso desnudo y portan armas que impresionan más, todo impresiona más y ellos lo saben. Pero, ¿para qué me trajeron?
Simultáneamente me dicen que fueron al penal de Libertad a buscar a Rubén[iv], mi compañero, pero no lo trajeron a él, ¡ ¡ ¡trajeron a su hermano!!! ¿Error? ¿Generar una nueva confusión? ¿Irán nuevamente a Libertad a buscarlo? Comienzan a "interrogar". ¿Interrogar acerca deque, si hace 15 meses que mi compañero y yo estamos presos? ¿Sobre la muerte de Trabal? ¿A nosotros, bueno, en este caso a mí? Resultaba grotesco, no entendía nada, ellos matan a un oficial de su Ejército y me preguntan a mí quién lo hizo. Imposible creerlo.Y tan descarada es la situación, tan impunes se sienten que me quitan la venda, los puedo ver (¡¡los puedo ver!!), por lo que pregunto su nombre al primero que tengo delante: "Mayor 300", es su única respuesta. Al siguiente no le pregunté porque lo reconocí, era Gavazzo.
Cuando lo decidieron, algunos días después, me volvieron a vendar y me llevaron de vuelta al penal, directamente a un calabozo de aislamiento, ¿para prolongar la incertidumbre de todas las compañeras? Ellos eran los que decidían sobre nuestras vidas y nuestras muertes. Algunos quedaríamos vivos, otros no, y ya muertos decidían también si "aparecerlos" muertos o simplemente desaparecerlos del todo.
Ellos decidían cómo, cuándo y cuánto torturarnos, hostigarnos y, sobre todo, confundirnos a los de afuera y a los de adentro para -finalmente- dividirnos. Finalizado el período de incomunicación de todas y todos los presos políticos, llegaron las noticias: todo esto fue simultáneo a los fusilamientos de Soca. Tiempo después supimos que habíamos estado en una casa de altos frente al mar, al lado del hotel Oceanía, en el barrio de Punta Gorda, donde vivían niños. También supimos que esos niños y sus mayores oían lo que ocurría en esa casa, la hoy famosa por su clave: "300 Carlos".



[i] Ex presa política, detenida la noche del 11 de setiembre de 1973 y liberada el 10 de marzo de 1985.
[ii] Héctor Brum, María de los Ángeles Corbo, Graciela Estefanell, Floreal García y Mirtha Hernández.
[iii] Alba Sendic, apresada en abril de 1974 y llevada al mismo cuartel donde yo estaba, el Cuartel de Trasmisiones 1 (ex Batallón de Ingenieros 5) hoy Batallón de Comunicaciones 1 y 2.
[iv] Ruben Elias, preso político desde la noche del 11 de setiembre de 1973 hasta el 10 de marzo de 1985.