sábado, 27 de abril de 2013

Antes del final, poema. Fragmento de "Estúpidos mirones de televisión




Cuando un poeta dice, ilumina la vida…

Dijo Aldo Novelli

Antes del final

Estoy solo.
Quiero escribir todas las páginas del mundo
leer la cifra secreta oculta en el agua primordial
cantar el canto nuevo de la nueva humanidad/
cantar sin tiempo un canto de lluvia y empaparme la cara
y la sangre de agua fresca/ del agua clara que baja de la cima.

Y me pregunto: ¿por eso estoy aquí?
en medio del desierto rodeado de gente que no conozco.
¿Conozco esta gente? ¿me rodea y me habla a mí? ¿a quiénes hablan?



Quiero decir estos poemas con la voz de un pájaro y el zarpazo de un tigre.
¿Qué son estos poemas? ¿qué es eso que llaman poesía?
Clasificar el mundo y sus objetos
y ponerle número a cada cosa es la religión de los tiempos.
Una legión de fanáticos caminan detrás de los objetos.

El arte es el opio de los pueblos dicen los nuevos pastores
¿existe el arte? ¿el pueblo?
¿dónde están los pastores de este inmenso rebaño de ovejas?

¿Por qué estoy aquí? ¿porqué aquí y no allá?
allá donde el sol broncea el cuerpo de felinas mujeres
o más allá/ donde el hombre inventa distintas muertes cada día/ todos los días.

Estoy solo/ busco amor.
Quiero ser el amado.
¿Me alcanzará?

¿Me alcanza esta soledad para escribir el poema total?/
ese aleph/ ese inalcanzable.
¿O el amor y el deseo de una dulce obrera del mercado
es el fin de todas mis utopías?
naranjas papas y manzanas en sus manos sucias
y sus jugos en mi cuerpo y sus ojos admirando mi palabra/
mis sombras/ mis castillos de humo.

¿Para qué nacer amar desamar y morir?.
¿para qué Dios de los vencidos?
dime Dios ¿para qué? Quiero ser el amado/
el bienamado/ el más amado.

¿Y el paraíso terrenal/ la revolución/ la súper hembra/ el gran polvo?
y buscarte en lo alto/ más alto que los fatuos cielos
¿dónde estás padre?

¿Y los hombres/ la libertad/ los ideales supremos/ la loca utopía...?.

¿Qué hago acá en este punto infinitesimal del cosmos
intentando trascender con palabras demasiado gastadas?
¿Y los hijos? ¿y esta sangre que me sucede como revolución ansiada?
Hombre que inventa religiones/ mecanismos/
discursos/ fantasmagorías ¿porqué y para qué el poema?
¿dónde la poesía? ¿ese arco tensado entre dos estrellas ilusorias?
¿dónde la flecha que atraviesa esta eternidad de instantes?
la poesía: esa oscuridad/ luz/ pensamiento/
genio encerrado en una botella/ todo y nada.
¿Detendrá mi palabra algún día la bala del suicida o el asesino?
¿es necesario el poema/ el poeta/
el inventado/ para detener esa bala?
¿justificará ese instante el poema?
¿la miseria del mundo/ el hambre/ la muerte sin sentido?.
Estoy solo/ sin padres/ sin hijos/
sin amada en medio de la noche cósmica.
Estoy temblando.
Voy a morir.
¡Pero antes voy a salvarme!.
Antes escribiré el poema que frenará la bala
de la infinita tristeza del hombre!.

De Estúpidos mirones de televisión
(fragmento)

Un abrazo impetuoso.

aldo luis novelli/ --desde los bordes del desierto-- neuquén - patagonia - argentina


miércoles, 24 de abril de 2013

Federico García Lorca enfrentando a su verdugo



Unipersonal de Pepito Cibrián Campoy, actor nacido en La Habana el  13 de mayo de 1948 emigrando luego a la República Argentina.

Pepe se comprometió públicamente a favor del proyecto que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en Argentina, e intervino durante una sesión especial del Senado para defender su posición a favor de la unión homosexual y la adopción de parejas del mismo sexo mientras corría el año 2010.
En 2011 fue declarado Ciudadano Ilustre de la ciudad.

Compartimos un video conmovedor en el que el actor evoca las últimas horas del poeta español Federico García Lorca enfrentando a su verdugo.

Federico García Lorca, asesinado
por el franquismo

Marica


Fede

Me hubiese gustado morir entre manos más amenas.
Escuchando sevillanas o un verso de Rafael Alberti.
Cantando por bulerías o extasiado ante el door
De ver el color de Goya fusilándome a mi suerte.

Me hubiese gustado cerrar los ojos que hay en mi mente
Con imágenes de amigos y con sonidos de fuentes,
Que los moros me tejieran y que ya las tengo ausentes.

Fe
No podría dar yo más, pues estoy por dar mi muerte.
Más la daría otra vez para enterrar yo a mi madre
Y evitarle  soportar el enterrar a su vientre.
No pensé morir así, tan desprolijo y sin gente.
Tan solitario en mi adiós estando en mentes presente.
¡Qué dolor le ha de causar a mis amigos
El ignorar de qué forma Federico, cayó inerte!

¿Cómo murió? ¿Pasó frío?
¿Dañaron sus manos blancas
O lo mataron dormido?
¿Lo violaron?
¿O murió como un torero
De esos que él amó tanto
Clavado por banderillas
Con un estoque en su frente?

¡Qué risa causan preguntas
Que nadie ha de contestarse!

Si te preguntan, tú calla.
No digas que me has matado
Guarda el secreto en el alma
Y el sitio donde lo has hecho
Se pierda con su rocío.
 Ya se que no has de llorarme,
Pero quién sabe, tal vez,
Un día tu deseo… Y leerme,
Y podrás decirte a ti
Con un orgullo indecente:
“¡Hijo puta! A este tío lo maté
Y no me nombra en su muerte”
Y si por casualidad un día por aquí pasas
Yo no te pido…¡Detente!
 Simplemente mira allí donde estaré, enterrado
indiferente y piensa que alguna vez
tu correrás esa suerte.
Es tarnde y ya tengo frío.

Fede
Yo también ¿será esto frío
O la ilusión de perderte?
As
No te entiendo y son palabras
Que me suenan maricuelas.
Dicen mis generales, y dice Queipo de Llano,
Que eres marica
Y yo acato lo dicho por generales.
Y sobre todo, lo dicho por Queipo de Llano.
Palabras de un marica, que no se si son palabras.
En poco rato tendrá
España, un maricón menos
¿Quieres los ojos tapados?
Fede
Prefiero estar presente.
REFIERO ESTAR PRESENTE.

As
Para que veas que soy un falangista decente,
Ante este pelotón, del cual soldado yo soy
Además de capitán, te doy a ti la ocasión
De hablar antes que llegue tu muerte.

Fede
¿Me la das?

As
Hazte con ella

Fede
¿serías tan vez capaz
De guardar lo que yo diga en tu mente?
As
Pierdes tiempo.
Va a aclarar  y a las dos tengo un almuerzo
Con gente que es muy decente (pausa) ¡Habla o te perforo
De adentro! ¡Habla Marica, Marica… habla. ¡Habla Marica!


Fede
(Pausa. Observa)
Batallón de mariquillas de soldados que han venido
A mariquillarme con cien maricas plomizos
De pólvoras los maricas, y de maricas sus tiros.
Maricas que han mancillado
Las falanges de Alejandro
Usándolas como símbolo
Sin saber que era un marica.
Y matan como maricas
Al amor por pervertido
Y ciegan los ojos niños
Y así no verán maricas.
Maricas que me marican
Por mariquear fantasías
Que tildan de mariconas
Por no encontrarles sentido.
Pelotones mariquitas
Que destrozan…¡Maricones!
El corazón de este hombre
Con dignidad de marica.
¡Tiren al centro marica
Que dio a luz obras maricas,
Y traten de que al hacerlo
Me olvide un mundo marica
Acribillen mis genitales
Que a maricas endulzaron
Y al hacerlo que me exploten
Como frutillas…Maricas.
Que mi sangre reproduzca
En este suelo marica
Flores de colores nuevos
Que las verán mis maricas.

¡Marica quien me ha aplaudido
Marica quien me ha leído
Marica quien ha luchado
Contra las hordas maricas
Que bárbaramente rompen
La belleza de un marica.
Marica el Dante y su mundo
Y Calderón… un marica,
Que escribió “que todo es sueño”
Y un sueño es acto marica!
Maricas los enfermeros
Por sanar lepras maricas,
Galileo, el más marica
Por pretender ver redondo
Un mundo cuadrangulazo
Por cuadrángulos maricas.
Marica el médico a palos
Y marica su escribano,
¡Marica penicilina
Que solo cura maricas!
Marica don Juan Tenorio
Por amar él lo prohibido
Y Beethoven ¡Gran marica!
Que junto a Manuel de Falla
Se atrevieran a dar sones
Que por serlo, son maricas.
Marica el crucificado
Por redimir mariquitas
Marica, madre, ¡MARICA!
Por haberme tu parido.
Marica también mi padre
Por tener semen marica
Y maricas mis ancestros
Por engendrarnos maricas.
Y así… sumando… maricas…
Veremos que en cada tumba
De humanidades maricas
Solo yacen esqueletos
Esqueletos de maricas.
(Se escucha un tiro)
Apagón




Matrimonio Gay: Ni ano ni anillo ¡Viva la homofobia!


Godofredo Cínico Caspa Foto: Por Guache


Nota:
Artículo que podría encolumnarse en la sección Anncol- Cultura, dando lugar a la creación de lo que podríamos llamar “cultura del atraso”, más allá de ironías o sarcasmos  resulta muy difícil ubicar un lugar desde el que se pueda compartir, pero hace falta porque así piensan más de uno.
ND


En Columna de Godofredo:

Matrimonio Gay: Ni ano ni anillo ¡Viva la homofobia!

Por: Godofredo Cínico Caspa | Abril 24, 2013

Aunque escribo este panegírico antes de que se vote en el Senado el entierro definitivo de la inmundicia de proyecto de ley para aprobar el matrimonio de los maricas, estoy seguro que desde ya las fuerzas del bien, de la moral, de la rectitud y de la erección, podemos cantar ¡victoria!

Con el voto negativo del indócil partido de la U, de los primos evangélicos, mis hermanos godos, parte de los verdes, no pocos cachiporros y hasta un par de ovejas trasquiladas del Polo –partido al que me le quito el sombrero pues lo veo en profunda reflexión e interesante giro hacia la civilización, unido  con Uribe ya en varios temitas-  logramos detener la maquinaria de las mariposas rosadas, que querían empacarnos su degenerado matrimonio de pirobos, drag queens, tortilleras, bisexuales, luteranos (los que le jalan por el útero y por el ano) y demás enfermos, sociópatas y delincuencia en general que se agrupa en la banda terrorista autodenominada LGBTI, que está en mora de ser bombardeada por los Tucanos de mi general Pinzón.

Y todo gracias a que numerosas fuerzas de la fe, maravillosamente reaccionarias,  su unieron en esta batalla en defensa del vilipendiado ano, que quería ser consagrado como vínculo  y tabernáculo de un “amor” pagano, pecaminoso y sin duda  excremental, como lo expresara Gerlein, el filósofo de las tirantas y tiraderas heterosexuales.

La suciedad del ano, o del jopo como diría el maestro Gerlein, es consustancial a los procesos de evacuación de detritus, y mal podría ser tan siniestro y herético orificio  lugar de placeres.  Si de hecho y en efecto el escatológico pliegue corpóreo es per se un pecado, ¿qué decir de supuestos vínculos contractuales que procedan de él?

Por ejemplo, querían las hordas de floripondios que se les garantizara con el matrimonio entre hombres o entre mujeres, la adopción. ¿Acaso se puede adoptar por el trasero? Esos niños y niñas –y perdonen- serían educados como un culo. En la “cultura” vesánica e inmoral, en la enseñanza de mañas, y concupiscencias, que por su propio origen torcido, los conduciría a ser pasto de la izquierda. ¡Es que entre más maricas, suelen ser más zurdos!

Nos amenazan estos vándalos con no volver a votar por nuestros castos e impolutos senadores. Dicho sea de paso, nos importa un ídem. Tenemos la suficientes reservas morales en nuestras amarradas clientelas, como para no temer que se pierdan unos votos manchados por la traza infértil de los amores vedados y vetados por las mayorías.

¿Cuál diversidad? ¡Maldita Constitución de Navarro que gracias a Dios hemos chatarrizado poco a poco! 

Este país ama  la disparidad, la desemejanza, la homogeneidad. Aunque soy el primero en la fila de los católicos, siempre habrá excepciones a la regla y por ello puedo decir que no considero como prójimo a esa barahúnda de gays.

Gracias doctor Roberto Gerlein por haber puesto los puntos sobre la íes, De una vez lo propongo a usted como valor de recambio en nuestra derecha sin complejos de culpa. Lance su pre candidatura a la presidencia por el Centro Democrático Heterosexual. Tiene mi voto y el de mi legítima Matilde, a quien desde que nos casamos la obligo a sufragar por nuestros adalides.

Doctor Gerlein, admiro sus posturas, su venerable vientre construido a base de ñame y Old Parr, sus trajes de finos paños de lágrimas, admiro sobre todo su verbo hecho carne, su palabra edificante, su mente preclara y doctoral y sus inquebrantables principios cristianos de tolerancia y civilidad.

Junto a Su Santidad el Procurador, son ustedes la muralla y atalaya desde donde se defienden los valores occidentales y accidentales, desde donde vamos logrando desbarrancar todo lo laico que aun nos agrede en este país. Sin duda unidos en esta magna obra lograremos convertir al país y sus instituciones todas, en un solo templo con una sola feligresía.

Tenemos el derecho histórico y de raza a imponer nuestras creencias religiosas a todo el mundo, de obligar a la indiada a que se cristianice, a que se hinque. Nuestras creencias, no solo son las indicadas, sino que las demás son subversivas, terroristas. Sumercé corronchito del alma, bien por haber derrotado el matrimonio igualitario. Inmunda palabra esa “igualitario” sinónimo de lucha de clases, de leninismo.

Solo creemos en el matrimonio de hombre y mujer, en el cual, como lo indica la tradición y hasta la genética, la fémina se somete a las directrices del varón, en la cama y en el suelo. Tiene usted razón al denunciar hasta penalmente el sexo meramente recreativo, propio de maricas y de promiscuos.

Vamos a obligar a la gente de esta país a que piche solo para engendrar. Se acabarán los grititos de placer orgásmico, sobre todo en las mujeres, que no tienen derecho a venirse ni a irse del redil, amarradas como debe ser a la pata de la cama, en la cual solo nosotros, los varones de Indias, usufructuamos los placeres del coito, eso sí, meramente reproductivo.

Doctor amado: métale más cacumen y jurisprudencia al asunto y verá que además de impedir el matrimonio ilegal, hasta logramos enderezar a los errados y convertirlo a la fe pura. Con usted me vomito al unísono y condeno la besatón de las bironchas frente a la estatua de Rafael Núñez, poeta de la patria, himno de Cara al Sol.

Capítulo aparte en esta victoriosa cruzada merece la simpar Ilva Myriam Hoyos, procuradora anti gay delegada por su Eminencia, para hacerle lobby a nuestra propuesta de acabar con la igualdad y la tolerancia.

¡Qué mujer, que dama gris!

De solo verla se le nota la disciplina en el uso matutino del silicio, se le ve la penitencia permanente, la plegaria en sus dulces labios, la laca en su pelo que endurece sus ideas que como pilares sostienen el edifico sacrosanto de nuestra doctrina de la fe.

No hace falta el vestido para ver que ella es una monja de civil, impermeable a las polillas que moran en los closets de los maricas. Tan conservadora, tan anclada en las dignidades y maravillas mentales de un pasado glorioso, que la veo brillando desde la caverna, desde el mito primigenio.

Su sola presencia angelical, su belleza desconcertante, sus atractivos intelectuales, su manto de fidelidad  -y no los puesticos repartidos por su jefe entre los senadores-  fueron suficientes para ayudar a tomar la decisión de votar en contra del matrimonio gay. Ilva convenció  a esos venerables padres de la patria.

Su sereno lobby, casi silencioso como una santa de imaginería criolla, bastó para acallar las vocinglería maléfica de las Angélica Lozano y los Benedetti que pululan en los lupanares de esta democracia que deberíamos de una vez por todas restringir con candado.

Su mirada perdida en arreboles místicos convenció a los que tenían dudas. Su resplandor de vestal andina, su fulgente irradiación mística, lograron detener el infundio, el pecado. Doctora procuradora, nace una santa…

Si yo no estuviera casado por la iglesia con Matilde, señora doña Ilva Myriam, la pediría como consorte hasta el final de mis días, Si mi moral no me lo impidiera, llegaría hasta enmozarme con sumercé.

¡Los jodimos! ¡Abajo el ano y el anillo para los gay! ¡Viva la homofobia!

lunes, 22 de abril de 2013

Cultura de la bronca...



Adjuntamos un link  donde se refleja  lo que podríamos llamar “Cultura de la bronca”
Esa bronca que crece, toma fuerzas y se expresa cuando quienes deben respetar al pueblo no lo hacen, sino todo lo contrario.

El pueblo, lógicamente, de una forma u otra rechaza el irrespeto. En este caso le tocó el turno a un aliado al narcoparamilitarismo, casi nada...

Sus acciones fertilizan la indignación, veremos que tal vez no sea la mejor forma para repudiar, pero estemos seguros que se la ganó…


sábado, 20 de abril de 2013

Eternidad


En la foto el rostro de Laura Canosa, compañera revolucionaria argentina
que se nos fue una noche temprana e inesperadamente...


Gustavo Robles


Dicen los que saben que todo es relativo, que la realidad que vemos es sólo parte de ella, que los hilos del Universo juegan juegos que nuestras mentes no pueden o están lejos de entender. Parece que por cada uno de nosotros puede haber infinitas realidades, lo que resultaría en infinitos Cosmos que se desarrollan independientes unos de otros. Sin embargo, en determinadas ocasiones, por causas que los científicos aún no pueden comprender (vaya a saber si alguna vez podrán), esos Cosmos que son como átomos de un Todo, se conectan a través de vórtices espacio-temporales y, por determinados lapsos de tiempo, mundos paralelos pueden interactuar entre sí.

Uno jamás piensa que algo como eso le puede suceder, pero la Existencia nos tiene preparadas sorpresas que están lejos de nuestro entendimiento.

Así es que viajaba yo por esos interminables caminos del sur patagónico en un día radiante como pocos. Viajaba y el espacio me alejaba de los horrores del tiempo. O al menos eso intentaba. Hacía unos años, la vida me había clavado el dolor más grande de todos mis pasos bajo el sol y estaba intentando aprender a vivir de nuevo. Se me hacía dura la cosa: sin Laura no podía. Algunos dicen que la muerte le da sentido a la vida, pero a mí me lo había quitado.

Y bien, en esa desesperada búsqueda por tratar de acomodarme donde el paso del tiempo menos duela, me sumergí en los maravillosos laberintos de la Patagonia. Seguramente sus bellezas incomparables son las que tanto me atraen de ella, aunque no lo único: hay recuerdos de décadas, momentos de la infancia de las manos de mis padres por aquellos parajes; hay la juventud enamorada con vientre fértil y retoños nuevos, hay años recorriendo... Hay también, algún ancestro originario de aquellas tierras. Hay la ansiedad de la frescura para escapar del calor creciente del norte. Hay la necesidad de salir de la opresiva realidad rutinaria para encontrar la maravilla: escapar de lo ordinario y vivir un poco, aunque más no sea rozándola, la libertad.

Andaba entonces por la Ruta 3, un día de inusual calor. Raro día por aquellas latitudes. Tan raro, que hasta el viento había calmado. El cielo caía con un impactante celeste sobre la estepa, sin una nube que intrusara el paisaje. Sólo las aves, de cuando en cuando, violaban su omnipresencia. Al ir avanzando, al costado del camino uno de los tantos carteles señalaba un “Camino turístico costero” y una desviación hacia el mar. La 3 es una ruta asfaltada, que, si bien es cierto, tiene algunas partes de su trayecto en no tan buen estado, por lo general se transita correctamente desde Buenos Aires a Ushuaia. Sin embargo, en aquel paraje santacruceño, el desvío costero, como casi todos los senderos secundarios, era de ripio; y por lo que veía el auto iba a sufrir un poco. De todas maneras estaba dispuesto a hacer el recorrido, que prometía valer la pena. Aminoré la marcha, salí del asfalto y enfilé hacia la costa. A poco de andar nomás, una hermosa y solitaria playa en una pequeña ensenada acariciaba mis ojos. Detuve el motor y bajé dispuesto a mojar mis pies en ese mar que más que mar parecía una pileta, tan calmo estaba. El asunto es que la marea estaba en su punto más bajo, y el piso era una greda en el que los pies se hundían hasta más arriba de los tobillos. Resigné mis expectativas de meterlos en esas aguas y volví, no sin esfuerzo, al vehículo. Mientras luchaba con el barro, noté que otro automóvil, rojo como el mío, pero más moderno, ingresaba a la playita. Éramos los únicos habitantes del lugar. Saqué algunas fotos, me quité el barro con agua que llevo siempre conmigo en un par de botellas para aquellas ocasiones, y seguí la recorrida. El camino era espantosamente desparejo, no dejaba de pensar en lo que el pobre auto (mi viejo “bólido rojo”) estaba sufriendo. Y yo, por supuesto, sufría con él. Al final de una cuesta, un cartelito anunciaba el “punto panorámico”: allí se abría el paisaje de manera espectacular. Desde lo alto, se podía ver toda la bahía y el mar hasta donde se perdía el horizonte. El alma se llena en esas ocasiones. Uno se hermana con la naturaleza y empieza a comprender un poco que es parte de ella. Estuve un largo rato allí, extasiado, hasta que decidí continuar el paseo, no sin antes sacar algunas fotografrías. Cuando arranqué el motor, vi que llegaba el auto rojo que había dejado atrás en la playa anterior y se detenía. Sus ocupantes, seguramente, se disponían a disfrutar de la misma vista que yo había gozado hacía sólo unos minutos.

El camino avanzaba sobre las bellezas costeras y alguna que otra referencia histórica, como las ruinas de un frigorífico de una empresa extranjera que alguna vez explotó la zona pero que hacía años había cerrado, dejando decenas de trabajadores en la calle. El camino estaba realmente malo y empeoraba, la piedra se hacía cada vez más grande y más suelta, por lo que había que tener extremo cuidado al conducir. En uno de esos vericuetos fue que apareció una playa de ensueño, solitaria, encerrada entre dos arrecifes separados por, más o menos, dos kilómetros. Parecía una pintura que la luz del sol transformaba en obra de arte. No pude evitar la tentación de detenerme, por lo que opté por tomar una huella paralela al costado del camino por tan sólo unos metros para hacerlo. A veces la belleza es ponzoñosa y engaña a su observador transformándolo en presa. Pues bien, esa terminó siendo mi situación, ya que la huella tenía tanta piedra de canto rodado suelta que el auto se hundió en cuanto me detuve. Consciente de la situación, traté de moverlo, pero al hacerlo, se hundía aún más. Bajé resignado, sabía que resolver el problema iba a ser posible pero trabajoso, ya que habría que remover la piedra suelta para que las ruedas pudieran tener el agarre suficiente para salir. De todos modos, lo importante era disfrutar un rato de la hermosura que tenía frente a mis ojos, así que me saqué las sandalias y caminé directo hacia el mar, distante unos doscientos metros. Recordé los viejos y queridos años de mi infancia, cuando con mis padres recorríamos los caminos donde imperaba el ripio por aquel entonces, cuando las hoy ciudades eran sólo aldeas o apenas pueblitos, cuando la Patagonia parecía un canto a la soledad y quien la visitaba podía creer ser el último habitante de la Tierra. Así me sentía en ese momento. Los fantasmas giraban a mi alrededor, se mostraban mientras mojaba mis pies en las frías aguas del sur. Caminé y chapoteé un rato, pero debía volver. Además, tenía que resolver el problema del coche. Llegué al “Rojito”, limpié la arena en mis extremidades, me senté al volante y encendí el motor. Intenté salir pero las ruedas giraban sin poder traccionar. Balanceé el auto moviéndolo hacia atrás y hacia adelante, pero no salía. No quedaba otra que remover las piedras, lo que me iba a llevar un largo rato. Fue entonces cuando llegó, otra vez, el auto rojo que parecía seguir mis pasos.

Vi cómo se estacionaba a unos metros más adelante, unos cincuenta, más cerca del acantilado. Allí el piso estaba más firme, evidentemente. Lo ocupantes se dieron cuenta de que yo estaba en dificultades y esgrimiendo esa solidaridad habitual entre los viajeros, se dispusieron a tenderme una mano. El conductor bajó de su vehículo y se dirigió hacia mí. Lo noté familiar, pero no supe definir por qué.

- ¿Qué pasó amigo? -preguntó amablemente
- Me “enterré” -contesté sonriéndole -Estos caminos... podrían arreglarlos un poco, o al menos señalar que uno se puede hundir acá...
- Subí y tratá de moverlo, que yo te empujo

Eso hice, pero no podía sacar el auto de la “trampa”. El solidario amigo fue hasta su auto, abrió el baúl y sacó una pala de campamento. Volvió hacia mí, removió las piedras alrededor de las ruedas delanteras y me dijo:

- Ahora intentá sacarlo
- Voy a tratar marcha atrás, por donde vine – le contesté, y subí al auto.

Efectivamente, de esa manera pude sacar el vehículo. Si no hubiese sido por ese hombre, no hubiese podido hacerlo en tan poco tiempo. Él sonrió, alegre, y se dirigió al suyo. Yo me aseguré de dejar el mío sobre suelo firme y bajé para ir a su encuentro. Estaba realmente agradecido por el gesto solidario de esa pareja, sobre todo en un lugar tan desolado. Al acercarme, reparé en lo parecido que era a mí físicamente aquel sujeto. El pelo largo atado con una colita, barba prolijamente rasurada, ambos algo más canosos que los míos, anteojos de sol, musculosa, bermudas y sandalias del mismo estilo que los que yo usaba. Le tendí la mano y le dije

- Gracias hermano, me salvaste

A lo que él respondió con una sonrisa y un afectuoso apretón de mano

- No es nada – me dijo -Andá con cuidado

Hasta su voz parecía la mía. Fue entonces cuando, antes de volver a mi auto, levanté la mano para saludar a su pareja que estaba sentada en el asiento del acompañante. Y entonces la vi. Y se me heló la sangre. Y comprendí todo. Ella me miró, con esa ternura que acostumbraba, y cerró un instante los ojos como diciendo “está todo bien, cuidate”, con un dejo de tristeza y melancolía que no necesitaba palabras. Ella lo sabía todo, se había dado cuenta de todo desde el principio. Ni él, que era yo, ni yo, que era él, nos habíamos reconocido. Pero ella sí

Me quedé parado allí, observando esta vez cómo ellos se iban, él alegre, concentrado en el camino, y ella mirándome mientras se alejaba con su sonrisa triste.... por mi tristeza

Laura

Se me hizo la noche llena de estrellas, y aún estaba yo en esa playa, solitario, sin poder moverme, con el tibio consuelo de saber que, al menos en otro Universo, ella estaba a mi lado

Gustavo


viernes, 19 de abril de 2013

Las tres rayas del tigre




Por Alberto Pinzón Sánchez

La novela del maestro Pedro Gómez Valderrama,” la otra raya del tigre”, donde (como en la Vorágine  de Rivera pero con la diferencia de que aquí el personaje central  es real e histórico) se relata la brutalidad y violencia (la sangre y el lodo de Marx) del desarrollo capitalista con la que se efectuó  la llamada tercera bonanza de la quina, entre 1870 -1882, en las selvas del Magdalena medio, impulsada desde las poblaciones de la meseta andina del Estado soberano de Santander.

 Indudablemente, como toda buena clarinada artística (también como en el auge amazónico del caucho en la Vorágine) ha contribuido a profundizar en la verdaderos hechos históricos que le sirvieron de telones de fondo a la escena: La historia del surgimiento y consolidación de la oligarquía de hacendados, exportadores y grandes comerciantes, quienes  dominaron el panorama  político económico y social de este territorio y de Colombia, tales como el general Solón Wilches con su socio alemán Lengerke junto a Aquileo Parra, con el trasfondo de la guerra con Ernesto Cortissoz cónsul de Venezuela en Bucaramanga, por los cargamentos de quina, pero fundamentalmente por las miles hectáreas de tierras baldías adjudicadas entre ellos, preludio de las otras guerras sectarias del siglo XIX en Colombia. Mayores detalles se pueden ver el excelente  ensayo  del historiador Nectalí Ariza-Ariza: 

http://bibliotecavirtual.unl.edu.ar:8180/publicaciones/bitstream/1/1576/1/ES_17_32_2007_pag_143_165.pdf 

 En realidad fueron tres rayas del mismo tigre, las que estos avariciosos e inescrupulosos agentes del capitalismo trazaron en el llamado oriente Santanderiano: 1) El Camino al rio Lebrija. 2) El Camino del rio Sogamoso, ambos manejados desde la capital del Estado soberano de Santander por el general Solón Wilches con el  ciudadano alemán Geo Von Lengerke, y 3) el camino al rio Carare, adelantado por el negociante que poco después llegó a ser presidente de Colombia Aquileo Parra, junto con Manuel María Zaldúa, hermano del Zaldúa que suplió al presidente Rafael Núñez en 1882. Cada ruta con sus propias particularidades. Pero las tres,  parte de un mismo proceso en la historia de Colombia:

El complicado camino de la descomposición del régimen colonial español. La adaptación a las condiciones del mercado internacional  de materias primas forestales, especialmente selváticas, impuesto  en aquella época por  el sistema colonial de los imperios capitalistas a la periferia mundial, promovida en Colombia por las oligarquías regionales libre-cambistas de los partidos liberales y conservador, mediante guerras civiles sectarias del siglo XIX y parte del siglo XX . La construcción de vías de comunicación para unir el altiplano andino con la costa caribe utilizando el rio Magdalena, monopolizar el comercio exterior con sus rutas y apoderarse  de la inmensidad de aquellas “tierras baldías” selváticas para especular con ellas. Y finalmente, la utilización del Poder del Estado por parte de aquellos oligarcas para beneficio particular y el de sus clientelas adscritas; es la materia prima con la que  el maestro Gómez Valderrama amasa su novela.    

Finalmente, tres  hechos históricos narrados merecen destacarse por su trascendencia histórica: Uno, la ruina de los artesanos y pequeños comerciantes  que llevó en Bucaramanga  (setiembre de 1879) a la conocida revuelta de “la culebra pico de oro”. Dos, la amplia utilización del trabajo forzado o esclavo de reclusos y vagos en la construcción de las tres rayas del tigre, en la recolección de la quina  y en el reclutamiento de peones para que sirvieran de carne de cañón en aquellas carnicerías sectarias del siglo XIX llamadas “guerras civiles” de Colombia. Y tres, el exterminio definitivo de la indomable tribu indígena de los “Yariguies”, habitantes de esas selvas,  quienes resistieron valerosamente, hasta su extinción definitiva, la conquista de los españoles y sus continuadores criollos. 

Por eso,  con gran razón al final de su novela el maestro Gómez  Valderrama  escribe citando a Stendhal: “! Señor... Su espejo muestra  el fango, y usted acusa al espejo!   Acuse más bien al gran camino donde está el pantano, y más aún, al inspector  de rutas que deja que el agua se corrompa y el fango se forme”.