Como
me gusta la opalina
Por Nechi
Dorado
Me gusta la opalina. No se, tal vez porque es
un poco como yo. O yo soy un poco como la opalina. Ya se que esto que te digo
va a parecerte loco, pero ¿y qué? ¿Hay mucha cordura en este mundo? ¿Sobra o
está como exiliada? Yo diría que la exoneraron, huyó espantada ante tanto doble
discurso y ante tanta realidad, abofeteada.
La opalina, a simple vista, no sabés si es
plástico o vidrio y si querés comprobarlo tenés que arrimarte mucho. Es ahí
cuando dicen poniendo la boca como una O:
–Qué
lindo, ¿es de plástico? ¡Hay no, es opalina, qué belleza!
-¿Y si era plástico qué, no era que te parecía
lindo?
-No, sí, pero es opalina ¡No es lo mismo, es
mucho mejor, más caro, es de otra calidad!
-No pero sí… Claro que no es lo mismo, es más
caro…pero tuviste que tocarlo para sostener que es una belleza.
A mi me parece que soy de opalina, porque nunca supe si soy feliz de verdad, más o menos,
mucho, o poco. Hasta me confundo a mi
misma.
Más bien que, en realidad, nunca supe qué cosa
es ser feliz.
Cuando me río, las más de las veces tengo una
cosita acá, que es como un nudo y me parece que lo desato un poco cuando
empiezo a carcajear. Entonces, busco acordarme de alguna de mis históricas
metidas de pata que siempre mueven a risa y es cuando el nudito se suelta.
¡Parece mágico!
Los que me ven de lejos dicen que soy muy
fuerte y yo, siento que no lo soy, sin embargo, hasta tuve que creérmelo como
para que la vida no termine de aplastarme del todo. ¡Ni ahí!
Pero de tanto que me dicen “sos tan fuerte”, casi que me
convencieron.
Ahí, siento que vuelvo a ser como la opalina.
¿Por qué? Porque confundo.
El mundo, las circunstancias que lo conforman,
la gente, los gobiernos, los banqueros, los escritores, los obreros, vos, yo, los docentes
creo que todos somos un poco como de opalina.
Mostramos una cosa, hacemos otra. (a veces las
que nos permiten)
Pensamos una cosa, sentimos otra. (eso no
pueden impedirlo)
Si no, fijate, te pongo un ejemplo: Cuando te
presentan a alguien y te dicen, es el licenciado Tal y vos sabés bien que el
tipo, licenciado y todo, es de lo peor, pero tenés que dibujarte una sonrisa y
decir con la mayor cara de hipócrita posible, sin que se note:
-Mucho gusto, licenciado, yo soy Cual.
Y sí, tal vez ahí es cuando uno se presenta tal
como es.
Cuál.
¿Cuál entre tantos de los que hoy somos
simplemente un número?
¿Será la que finge o la que no lo hace? ¿La
que dice “mucho gusto” o la otra, la que
por dentro está pensando ¡“m’a qué mucho gusto, si sabemos que sos una remierda,
flaco”!
¡Claro! Si el tipo saca un tema y sabés que te
sobran argumentos para enrostrarle y te animás porquetehiervelasangreysentísquesetenublalavistaynoaguantáslasganasderesponderleylelargásnomástodoloqueveníasconteniendodesdeel
momentoenquefalseastediciendo “mucho gusto, licenciado”, aunque pongas carita
de yo no fui, el tipo se dará cuenta de lo que sos realmente. Una persona que
vista desde lejos parecía ser de una manera pero en la realidad es de otra.
¡Sos de opalina! hizo falta que se acerquen
mucho para darse cuenta de tu verdadero sentimiento, el que tantas veces
tenemos que encapsular para no parecer inadaptados ante las leyes de una
sociedad pacata. Leyes que siempre vemos que se cumplen a medias.
Las leyes que se crean para una cosa pero que
sirven para otras. O sea, para nada. Y en el medio de esa rosca se va
asfixiando la verdad.
Imaginate diciéndole a algún “encumbrado” si
tuvieras la suerte de que se te cruce: -¡Buenos días, asesino!
O: –¡Buenos días, corrupto!
O: –¡Buenas tardes señor títere ¿hasta cuándo
te vas a dejar manejar, tarado?!
Y te morís por preguntarle: ¿en serio te creés
que nos creemos que estás interesado por el bienestar de tus compatriotas?
¿O pensás que de verdad nos tragamos tu
mentira cuando decís que estás interesado por alcanzar la paz y multiplicás tu arsenal
bélico como para que no vaya a fallarte el tiro de gracia contra la vida?
¿O pretendés que te creamos cuando lanzás tu
sarta de mentiras y tranferís tu verdadero sentimiento, comparable a la materia
fecal de los depredadores, tratando de hacer creer que los enemigos son otros?
Los que no soportan tu hipocresía.
¡Es más fácil imaginarte que es lo que no
dirán de vos después de semejante sinceridad, que imaginarte lo que sí, dirán!
Mínimamente: ¡es subversiva! Y andá a sacarte
después ese rótulo… tratá de conseguir el teléfono de Mandrake.
También pensemos que podes decir, si por ahí
te cruzás con alguno de esos sacerdotes pederastas que bien sabés que sobran por el valle
del señor y se te ocurriera saludarlo:
-Oh, ¡que sorpresa señor obispo, ¿pudo apaciguar su instinto de
pederasta? Y te tenés que morder la lengua para no agregar: ¿Sabés que asco me
das, reverendo hdp?
Tenemos que simular ser lo que no somos, a
veces, con suerte, conseguimos parecer lo que queremos parecer. Otras, ni siquiera
eso nos sale: simular ser lo que a los otros les gustaría que fuéramos.
Por eso me gusta la opalina, me parece versátil, extraña, produce confusión,
hasta se me ocurre que desprejuiciada por la facilidad con que engaña y sin
complejos ni tabúes.
A diferencia nuestra que somos tan hipócritas
que hasta tenemos que autocensurarnos siguiendo las normas de un jueguito auto-defensivo.
Porque el mundo cambió. ¿Te acordás que
bastaron dos impactos y decenas de cuerpos volando por los aires para que a
alguien se le ocurriera declarar con fuerza de sentencia terminante: “Si no sos
como yo es porque estás en contra mío”.
De no serlo, andá preparando un agujero para
meterte porque sin ser pitonisa, veo un futuro muy triste sobre tu osamenta.
Por eso te decía al principio, me gusta
parecer de opalina, aunque me demande tremendo esfuerzo eso de parecer algo,
pero no serlo.
Porque convengamos que el mundo se fue
cubriendo de capas plásticas que invadieron hasta los corazones.
Los envolvieron, cambiaron sus latidos, tanto,
que ahora el tuyo, el mío, el de los otros, late con un tic tac diferente. Tan
diferente que ya ni parece humano.
La opalina, en cambio, sigue sonando como
vidrio. Sí, claro que es más delicada, frágil, tenés que arrimarte para darte cuenta, pero ya te lo dijeron, es más hermosa…
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