García
Calvo estuvo horas y horas todos los jueves en la Puerta de Sol de Madrid
acompañando a los jóvenes que participaban en el 15-M. Era "el último
combatiente contra las mentiras de la realidad", dijo hoy Isabel Escudero.
Fuente:
Agencias/ Publico/ CNT
El
escritor Agustín García Calvo, nacido en Zamora en 1926 y muerto este jueves en
su ciudad natal por una insuficiencia cardiaca, autor de textos en muy diversos
géneros literarios, caracterizó su trayectoria como intelectual por la rebeldía
ante el poder establecido. Lo contrario a lo oficial marcó la forma de actuar
de García Calvo, autor de una obra que, además del ensayo, la poesía, la novela
y la traducción, abarca cientos de artículos y otras curiosidades, como el
Himno de la Comunidad de Madrid que le encargó el primer presidente de la
autonomía, Joaquín Leguina, por el precio simbólico de una peseta.
Se doctoró
en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca, donde ejerció como profesor
de Latín, fue catedrático de instituto y obtuvo también la
cátedra de Filología Latina en la Universidad de Sevilla. Muchos de sus
trabajos los publicó en sus propias editoriales, Lumia y Lucina, cuya sede
estaba en la gran casa en la que vivía, en el casco histórico de Zamora, en la
Rúa de los Notarios.
En 1990,
García Calvo recibió el primero de sus tres Premios Nacionales, el de Ensayo,
por su obra Hablando
de lo que Habla: Estudios de Lenguaje. Nueve años después le
concedieron el de Literatura Dramática por La baraja del Rey Don Pedro, y en 2006
el de Traducción por el conjunto de su obra. Nunca fue amante de los
reconocimientos y, en una entrevista con Efe, explicó que aceptó estos tres por
ser unos galardones "muy pequeños, que tienen la ventaja" de que él
no se presente y "los jurados son muy grandes y variados y hay más
probabilidades de que entre ellos haya gente honesta".
Sus obras
más destacadas en el ámbito del pensamiento son Lecturas presocráticas, Lecturas
presocráticas II, Contra el tiempo y De Dios y Contra la Realidad,
aunque también escribió otras obras centradas en la poesía, artículos y
colaboraciones con los medios de comunicación. En relación con su obra teatral
habría que destacar Rey de una hora; Tres farsas trágicas y una danza titánica;
Pasión. Farsa
trágica; La rana y el alacrán o Loco de Amor.
Fue uno de
los catedráticos
perseguidos por el régimen franquista y, debido a las revueltas
estudiantiles de febrero de 1965, fue apartado de la cátedra.. En 1993
protagonizó uno de los episodios más polémicos y conocidos de su vida, al tener
que afrontar una sanción de Hacienda de 10,5 millones de pesetas por no haber
hecho nunca la declaración de la renta de las personas físicas y por no
declarar los ingresos de la subvención que empleó para restaurar el caserón que
poseía en Zamora.García Calvo difundió entonces anuncios en la prensa nacional
para pedir ayuda a "aquellos que pudieran ser usuarios de las cosas que
publico y tener algún agradecimiento". Ese mismo año, García Calvo pagó su
deuda con la Agencia Tributaria, después de negociar con un banco la
financiación de seis millones de pesetas, mientras el resto, cuatro millones y
medio, los consiguió a través de unas 200 donaciones particulares.
Una de las
últimas obras en las que participó indirectamente fue el documental realizado
por Basilio Martín Patino sobre el movimiento de indignados del 15-M, y que
utilizó el nombre de uno de sus poemas, Libre te quiero, para dar título a una
cinta que se ha presentado en la sección Tiempo de Historia de la última
edición de la Seminci.
A Agustín
García Calvo nunca le gustaron los homenajes, ni propios ni ajenos, algo que
demostró en 1998, cuando se manifestó contrario a los homenajes que se
realizaban para conmemorar el centenario del nacimiento de Federico García
Lorca, porque significan "la sumisión de lo que puede haber de vivo en las
palabras". Ahora su legado queda reflejado precisamente en eso, en la
vitalidad que guarda su obra y su pensamiento, en la vitalidad de sus palabras.
Reportaje
Público.es año 2009
El
lingüista, poeta, dramaturgo y ensayista zamorano Agustín García Calvo asegura
que no tiene principios "pero sí repugnancia contra la mentira" y, en
entrevista con la Agencia EFE, defiende que "la lengua no es de
nadie" y "no tiene más amo que quien la habla".
El pasado
abril García Calvo publicó "Cosas de la vida", un libro con diecisiete
cuentos escritos solo con diálogos, y en marzo apareció "Elementos
Gramaticales", manual destinado a alumnos de bachillerato para -observa-
"niños mayorcitos y para quienes se hagan como niños", ambos títulos
de la Editorial zamorana Lucina.
El polifacético
autor, que mantiene una relación muy estrecha con Zamora, su ciudad natal, a la
que acude varios días cada dos semanas para desconectar de Madrid, y donde
tiene a tres de sus cuatro hijos y algunos amigos, cree que la "gramática
en la escuela no debería tener más sentido que el tomar conciencia de lo que se
ha aprendido sin darse cuenta".
No
obstante, cree que "lo que se vende como gramática no es más que una
acumulación de teorías y análisis como en cualquier otra ciencia, y contra eso
se dirigen los Elementos".
García
Calvo explica que publica el libro con la intención de que sirva para tratar la
lengua en los institutos, aunque sabe "que es una intención pedagógica
casi imposible de realizar".
"La
lengua no es de nadie, no tiene más amo que quien la habla", observa el
lingüista, que se muestra muy crítico con el papel "funesto" de la
Real Academia Española, "porque son señores que se creen que saben lo que
pasa en la lengua y que se permiten hasta dar reglas para hablar".
A sus 82
años, Agustín García Calvo sigue sin estar del todo convencido de la idoneidad
de publicar sus textos, porque desde su juventud se "ha resistido",
ya que "veía en lo que se iba a convertir y se está convirtiendo la
cultura, marcada por el dinero y los beneficios", y eso no le gusta.
Comenzó a
publicar a mediados de los años sesenta del siglo pasado, cuando fue expulsado
de la Universidad Central de Madrid, "por apoyar a los estudiantes en una
revuelta que luego se extendió por el mundo, cuando se estaba implantando el régimen
que padecemos, el régimen del bienestar, del dinero", un movimiento que le
dio "la mayor alegría" de su vida y, de alguna manera, sigue
"viviendo de eso".
Desde
entonces, no le ha resultado difícil mantenerse fiel a sus principios, porque
confiesa que no tiene principios, "pero sí una repugnancia contra la
mentira" y ser fiel a eso le "es difícil", pero cree que nunca
se ha vendido del todo ni ha mentido del todo.
García
Calvo ha obtenido los Premios Nacionales de Ensayo, Literatura Dramática y a la
obra de un traductor, unos galardones "muy pequeños", que ha aceptado
"porque tienen la ventaja" de que él no se presente y "los
jurados son muy grandes y variados y hay más probabilidades de que entre ellos
haya gente honesta".
A lo largo
de su trayectoria, García Calvo ha arremetido contra los medios de
comunicación, "porque lo único que les interesa es llenar las pantallas y
las páginas para mover la industria más importante del mundo que es la de la
información, y da igual que el tema sea la crisis que la peste porcina",
eso es lo que más le "duele".
Desde el
principio se mostró contrario al devenir y al uso de la televisión, por eso se
ha negado "siempre a prestar su imagen", y así le va, porque "el
que no sale en la pequeña pantalla no existe y eso repercute, por
desgracia", en que sus libros "no llegan a mucha gente".
Agustín
García Calvo, uno de los principales latinistas españoles del siglo XX, ha
fallecido hoy con 86 años. Ensayista, poeta, dramaturgo, traductor, filósofo,
García Calvo fue también y siempre un pensador polémico. Tanto que el
franquismo le apartó de su cátedra en la universidad Complutense de Madrid por
apoyar las protestas de los estudiantes. Aunque finalmente, años después, fue
nombrado catedrático emérito de Filología Clásica del mismo centro.
En el
fondo, el pensador, que falleció en el Hospital Virgen de la Concha de Zamora
debido a una insuficiencia cardíaca, no renunció nunca a oponerse al sistema.
Desde el nacimiento del movimiento, el año pasado, acudía cada jueves a las
concentraciones del 15-M en la madrileña puerta del Sol para "hablar con los
jóvenes", como cuenta Isabel Escudero, su pareja desde hace 36 años.
"Lo que más me consuela después de su muerte es la cantidad de jóvenes que
ha dejado tras él y tras su pensamiento. Gente viva, del 15-M, y no de la
Cultura en mayúsculas, que siempre ha mirado para el otro lado", añade
Escudero.
Hasta la
semana pasada García Calvo estuvo en la tertulia que organizaba semanalmente en
el Ateneo. En la última, habló sobre física y matemáticas en una conferencia
llamada Uno más uno son dos. Escudero destaca “el vigor y la gracia que ha
mantenido hasta el último día, también cuando ya estaba enfermo”.
En julio
el filósofo sufrió una parada cardíaca por la que tuvo que ser hospitalizado en
Madrid. Desde entonces, estuvo viviendo en Zamora, hasta que ayer volvió a
tener el mismo problema. De ahí que fuera ingresado en el centro clínico de la
ciudad. Murió hoy poco después del mediodía, por las consecuencias de esa
parada cardíaca.
García-Calvo
se encuentra en el tanatorio La Soledad de Zamora y mañana será enterrado a las
17.00 en el cementerio municipal de la ciudad.
En Zamora
García-Calvo nació, en 1926. Estudió Filología Clásica en la Universidad de
Salamanca, y a partir de 1951 se convirtió en profesor de instituto. En 1965,
privado de su cátedra en Madrid junto a José Luis Aranguren y Enrique Tierno
Galván, se fue en exilio a Francia, donde sí pudo seguir enseñando, tanto en la
Universidad de Lille como en el Collège de France. En París también fundó y
coordinó una tertulia política y literaria en el café La boule d'or del Barrio
Latino.
En España
en cambio lanzó en 1988 el proyecto de una Escuela de Lingüística, Lógica y
Artes del Lenguaje, para reconciliar disciplinas a las que la enseñanza había
ido alejando hasta confinarlas en los compartimentos estancos de la filología,
las matemáticas y el teatro. La iniciativa duró hasta 1991, aunque el filósofo
quiso retomarla en 2010. Sea como fuere, García Calvo no sufrió especialmente
por el final del proyecto. "Aquello fracasó, como fracasa todo lo que puede
herir. El éxito solo llega a aquello que no hace daño a nadie, a aquello que
sigue la corriente", contaba a este periódico en una entrevista de 2010.
Entre sus
obras más importantes se encuentra la trilogía compuesta por Del lenguaje, De
la construcción (Del lenguaje II) y Del aparato (Del lenguaje III), en las que
desarrolló su teoría general sobre el lenguaje. Con Hablando de lo que habla.
Estudios de lenguaje, una recopilación de sus artículos, obtuvo en 1990 el
Premio Nacional de Ensayo.
“Agustín
era un hombre muy riguroso, siempre muy socrático. Creo que ha sido el último
Sócrates”, asegura Escudero. Sobre el filósofo griego, García Calvo escribió
algunos de sus textos más famosos, como Lecturas presocráticas y Lecturas
presocráticas II. Otras de sus conocidas reflexiones filosóficas son Razón
común, Contra el tiempo, De Dios y Contra la Realidad.
Recibió
también los premios nacionales de Literatura Dramática y de Traducción,
respectivamente por La Baraja del rey don Pedro y por el conjunto de su obra.
"Era
un hombre atípico, único e inconfundible, siempre alejado de modas y al margen
de la vida cultural oficial", ha declarado a la agencia Efe Fernando
Savater, que fue alumno de García-Calvo cuando daba clases en una academia de
Madrid.
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