Nechi Dorado
El Leviatán, acovachado en el presente
que pierde, inexorable,
lanza aullidos hacia donde despierta,
nuevamente,
la voz de América toda,
unida en la victoria.
Surca su mar de inmundicias,
arranca granos de arena de la historia
y se revuelca confundido
en su propio excremento.
¡No ha podido alcanzar aquella sucia gloria
elucubrada en la oficina de la muerte!
América despierta nuevamente,
desperezándose en mañanas de promesas,
arranca gritos de amor
siembra esperanza,
y nada puede detener el galope que arrastra
el brillo de una Espada que surca el continente.
Entre el sonido sublime de las cadenas rotas
se escucha un dulce trino que acaricia a la vida,
vuelve veloz, arremetiendo a contraodios,
venciendo al Leviatán,
cerrando heridas.
Se unen las manos, se vuelven de repente
Puño cerrado, puño de acero y sangre,
Puño de patria o muerte,
¡Puño de patria y vida!
Amasado en barricadas de amor y de conciencia.
Las lágrimas que ayer mojaran las mejillas
estrujando corazones,
se convierten, de repente, en
sustancia, conciencia y compromiso.
Los fusiles se aprestan
A disparar palabras.
¡Solo eso disparan, palabras y alegría!
Un grito unido
de amor rompe fronteras,
ensordeciendo a la bestia
que cae desplomada por su propio peso.
Más allá de intrigas y ambiciones:
¡Aquí, Latinoamérica señor,
Aquí, Latinoamérica,
Vuelve a plantar banderas!
14/04/2013
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