Godofredo Cínico Caspa Foto: Por Guache |
Nota:
Artículo que podría encolumnarse en
la sección Anncol- Cultura, dando lugar a la creación de lo que podríamos
llamar “cultura del atraso”, más allá de ironías o sarcasmos resulta muy difícil ubicar un lugar desde el
que se pueda compartir, pero hace falta porque así piensan más de uno.
ND
En Columna de Godofredo:
Matrimonio
Gay: Ni ano ni anillo ¡Viva la homofobia!
Por:
Godofredo Cínico Caspa | Abril 24, 2013
Aunque escribo este panegírico antes de que se vote en el Senado
el entierro definitivo de la inmundicia de proyecto de ley para aprobar el
matrimonio de los maricas, estoy seguro que desde ya las fuerzas del bien, de
la moral, de la rectitud y de la erección, podemos cantar ¡victoria!
Con el voto negativo del indócil partido de la U, de los primos
evangélicos, mis hermanos godos, parte de los verdes, no pocos cachiporros y
hasta un par de ovejas trasquiladas del Polo –partido al que me le quito el
sombrero pues lo veo en profunda reflexión e interesante giro hacia la
civilización, unido con Uribe ya en varios temitas- logramos
detener la maquinaria de las mariposas rosadas, que querían empacarnos su
degenerado matrimonio de pirobos, drag queens, tortilleras, bisexuales, luteranos
(los que le jalan por el útero y por el ano) y demás enfermos, sociópatas y
delincuencia en general que se agrupa en la banda terrorista autodenominada
LGBTI, que está en mora de ser bombardeada por los Tucanos de mi general
Pinzón.
Y todo gracias a que numerosas fuerzas de la fe,
maravillosamente reaccionarias, su unieron en esta batalla en defensa del
vilipendiado ano, que quería ser consagrado como vínculo y tabernáculo de
un “amor” pagano, pecaminoso y sin duda excremental, como lo expresara
Gerlein, el filósofo de las tirantas y tiraderas heterosexuales.
La suciedad del ano, o del jopo como diría el maestro Gerlein,
es consustancial a los procesos de evacuación de detritus, y mal podría ser tan
siniestro y herético orificio lugar de placeres. Si de hecho y en
efecto el escatológico pliegue corpóreo es per se un pecado, ¿qué decir de
supuestos vínculos contractuales que procedan de él?
Por ejemplo, querían las hordas de floripondios que se les
garantizara con el matrimonio entre hombres o entre mujeres, la adopción. ¿Acaso
se puede adoptar por el trasero? Esos niños y niñas –y perdonen- serían
educados como un culo. En la “cultura” vesánica e inmoral, en la enseñanza de
mañas, y concupiscencias, que por su propio origen torcido, los conduciría a
ser pasto de la izquierda. ¡Es que entre más maricas, suelen ser más zurdos!
Nos amenazan estos vándalos con no volver a votar por nuestros
castos e impolutos senadores. Dicho sea de paso, nos importa un ídem. Tenemos
la suficientes reservas morales en nuestras amarradas clientelas, como para no
temer que se pierdan unos votos manchados por la traza infértil de los amores
vedados y vetados por las mayorías.
¿Cuál diversidad? ¡Maldita Constitución de Navarro que gracias a
Dios hemos chatarrizado poco a poco!
Este país ama la disparidad, la desemejanza, la homogeneidad.
Aunque soy el primero en la fila de los católicos, siempre habrá excepciones a
la regla y por ello puedo decir que no considero como prójimo a esa barahúnda
de gays.
Gracias doctor Roberto Gerlein por haber puesto los puntos sobre
la íes, De una vez lo propongo a usted como valor de recambio en nuestra
derecha sin complejos de culpa. Lance su pre candidatura a la presidencia por
el Centro Democrático Heterosexual. Tiene mi voto y el de mi legítima Matilde,
a quien desde que nos casamos la obligo a sufragar por nuestros adalides.
Doctor Gerlein, admiro sus posturas, su venerable vientre
construido a base de ñame y Old Parr, sus trajes de finos paños de lágrimas,
admiro sobre todo su verbo hecho carne, su palabra edificante, su mente
preclara y doctoral y sus inquebrantables principios cristianos de tolerancia y
civilidad.
Junto a Su Santidad el Procurador, son ustedes la muralla y
atalaya desde donde se defienden los valores occidentales y accidentales, desde
donde vamos logrando desbarrancar todo lo laico que aun nos agrede en este
país. Sin duda unidos en esta magna obra lograremos convertir al país y sus
instituciones todas, en un solo templo con una sola feligresía.
Tenemos el derecho histórico y de raza a imponer nuestras
creencias religiosas a todo el mundo, de obligar a la indiada a que se
cristianice, a que se hinque. Nuestras creencias, no solo son las indicadas,
sino que las demás son subversivas, terroristas. Sumercé corronchito del alma,
bien por haber derrotado el matrimonio igualitario. Inmunda palabra esa
“igualitario” sinónimo de lucha de clases, de leninismo.
Solo creemos en el matrimonio de hombre y mujer, en el cual,
como lo indica la tradición y hasta la genética, la fémina se somete a las
directrices del varón, en la cama y en el suelo. Tiene usted razón al denunciar
hasta penalmente el sexo meramente recreativo, propio de maricas y de
promiscuos.
Vamos a obligar a la gente de esta país a que piche solo para
engendrar. Se acabarán los grititos de placer orgásmico, sobre todo en las
mujeres, que no tienen derecho a venirse ni a irse del redil, amarradas como
debe ser a la pata de la cama, en la cual solo nosotros, los varones de Indias,
usufructuamos los placeres del coito, eso sí, meramente reproductivo.
Doctor amado: métale más cacumen y jurisprudencia al asunto y
verá que además de impedir el matrimonio ilegal, hasta logramos enderezar a los
errados y convertirlo a la fe pura. Con usted me vomito al unísono y condeno la
besatón de las bironchas frente a la estatua de Rafael Núñez, poeta de la
patria, himno de Cara al Sol.
Capítulo aparte en esta victoriosa cruzada merece la simpar Ilva
Myriam Hoyos, procuradora anti gay delegada por su Eminencia, para hacerle
lobby a nuestra propuesta de acabar con la igualdad y la tolerancia.
¡Qué mujer, que dama gris!
De solo verla se le nota la disciplina en el uso matutino del
silicio, se le ve la penitencia permanente, la plegaria en sus dulces labios,
la laca en su pelo que endurece sus ideas que como pilares sostienen el edifico
sacrosanto de nuestra doctrina de la fe.
No hace falta el vestido para ver que ella es una monja de
civil, impermeable a las polillas que moran en los closets de los maricas. Tan
conservadora, tan anclada en las dignidades y maravillas mentales de un pasado
glorioso, que la veo brillando desde la caverna, desde el mito primigenio.
Su sola presencia angelical, su belleza desconcertante, sus
atractivos intelectuales, su manto de fidelidad -y no los puesticos
repartidos por su jefe entre los senadores- fueron suficientes para
ayudar a tomar la decisión de votar en contra del matrimonio gay. Ilva
convenció a esos venerables padres de la patria.
Su sereno lobby, casi silencioso como una santa de imaginería
criolla, bastó para acallar las vocinglería maléfica de las Angélica Lozano y
los Benedetti que pululan en los lupanares de esta democracia que deberíamos de
una vez por todas restringir con candado.
Su mirada perdida en arreboles místicos convenció a los que
tenían dudas. Su resplandor de vestal andina, su fulgente irradiación mística,
lograron detener el infundio, el pecado. Doctora procuradora, nace una santa…
Si yo no estuviera casado por la iglesia con Matilde, señora
doña Ilva Myriam, la pediría como consorte hasta el final de mis días, Si mi
moral no me lo impidiera, llegaría hasta enmozarme con sumercé.
¡Los jodimos! ¡Abajo el ano y el anillo para los gay! ¡Viva la homofobia!
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