martes, 18 de diciembre de 2012

¿Me habrá mentido la abuela?





Se acerca la Navidad y me sigo preguntando
“¿Me habrá mentido la abuela
O a ella me la engañaron?”
Como se sigue engañando a los pobres de la tierra…


¿Me habrá mentido la abuela?
Nechi Dorado

En las tardes empapadas de amor y mimos manteníamos con la abuela largas charlas de “mujer a mujer”. Ella me ayudaba a descubrir el mundo que recorría a tropezones, calmaba los magullones de mis rodillas peladas tras los juegos y la tibieza de su mano, cuando las acariciaba, hacía que se aleje el dolor que me “laceraba”.
-Sana, sana, colita de rana/ si no sana hoy/ sanará mañana.
Y al ratito nomás, las rodillas no dolían y lo único que quedaba, persistente, era el olor a mandarina y a chocolate en esas manos pequeñas apresuradas por crecer para estrujar el mundo en un instante. O eso creía que podrían hacer los grandes.

 Atrás quedó la magia de esa rana misteriosa que calmaba los dolores.
¿La habrá corrido la tala de los montes fumigados?


Atrás quedó el discurso de mi abuela, que el trabajo dignifica, Y un día me puse a pensar, ¿Aunque seas un explotado?
Acaso si fuera cierto ¿habrá que ver como indignos a quienes que les fue negado, o son des-dignificados? O tal vez, avasallados.



 
A mí me contó la abuela que un Niño Jesús nació en un diciembre lejano, en una cuna de paja y rodeado de animales y que ricos Reyes Magos lo colmaron de regalos. ¿Los Reyes donando algo, a los pobres, compañero?
Y que su madre era virgen y su padre carpintero. Y que tenía ocho hermanos. Y que por amarnos tanto lo clavaron a un madero.

Que alguien se lavó las manos cuando quisieron matarlo.
Que María Magdalena mojó sus pies con su llanto, después que usaran su cuerpo cuando la prostituyeron. Que practicó la humildad y con clavos respondieron.





En este giro del mundo siguieron matando a hombres que querían cambiar algo.
















Y hay quien se lava las manos cuando alguien quiere matarlos. Y se las siguen lavando ante los niños con hambre.
Y las guerras y el espanto, mirando para otro lado.






Donde Jesús ha nacido ahora erigieron un muro para que no lo traspasen, sus hermanos palestinos. Y el amor, se lo olvidaron.
¿Será que lo secuestraron a Jesús? En este mundo.
Si es que nació en un pesebre, entre ovejas y borricos.
¿Quién lo puso en catedrales revestidas de oro puro?
¿Quién lo llenó de esmeraldas, para qué? yo me pregunto.
¿Alguien conoció a algún pobre, que de muerto se haga rico?
Dicen que en Oriente Medio, buscando entre los recuerdos, en el rostro de esa gente, vio su rostro tal cual fuera, sin rasgos europeístas, sin ojos color del cielo.
Si luchaba por amor en la tierra desangrada, ¡si fuera contemporáneo, le dirían terrorista!



A Jesús lo asesinaron, descalzo como viviera. Hoy hay pequeños descalzos, y también los asesinan. Por hambre, droga, silencio, o por gatillo ligero. Y a veces hasta los violan con sotanas.
Y sin ellas.
¿Será que se multiplican, los Jesús, por estas tierras?


Mi abuela habló de la vida, igual como le enseñaron, ella lo hacía con ternura ¡y yo tanto la escuchaba!
Hay algo que no me cierra en su historia, compañeros, ¿me habrá mentido la abuela, o a ella me la engañaron?




 

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