Se acerca la Navidad y me sigo preguntando
“¿Me habrá mentido la abuela
O a ella me la engañaron?”
Como se sigue engañando a los pobres de la
tierra…
¿Me habrá mentido la abuela?
Nechi Dorado
En
las tardes empapadas de amor y mimos manteníamos con la abuela largas charlas
de “mujer a mujer”. Ella me ayudaba a descubrir el mundo que recorría a
tropezones, calmaba los magullones de mis rodillas peladas tras los juegos y la
tibieza de su mano, cuando las acariciaba, hacía que se aleje el dolor que me
“laceraba”.
-Sana,
sana, colita de rana/ si no sana hoy/ sanará mañana.
Y
al ratito nomás, las rodillas no dolían y lo único que quedaba, persistente,
era el olor a mandarina y a chocolate en esas manos pequeñas apresuradas por
crecer para estrujar el mundo en un instante. O eso creía que podrían hacer los
grandes.
Atrás quedó la magia de esa rana misteriosa que calmaba los dolores.
Atrás quedó la magia de esa rana misteriosa que calmaba los dolores.
¿La
habrá corrido la tala de los montes fumigados?
Atrás quedó el discurso de mi abuela, que el trabajo dignifica, Y un día me puse a pensar, ¿Aunque seas un explotado?
Acaso
si fuera cierto ¿habrá que ver como indignos a quienes que les fue negado, o
son des-dignificados? O tal vez, avasallados.
A
mí me contó la abuela que un Niño Jesús nació en un diciembre lejano, en una
cuna de paja y rodeado de animales y que ricos Reyes Magos lo colmaron de
regalos. ¿Los Reyes donando algo, a los pobres, compañero?
Y
que su madre era virgen y su padre carpintero. Y que tenía ocho hermanos. Y que
por amarnos tanto lo clavaron a un madero.
Que
alguien se lavó las manos cuando quisieron matarlo.
Que
María Magdalena mojó sus pies con su llanto, después que usaran su cuerpo
cuando la prostituyeron. Que practicó la humildad y con clavos respondieron.
En
este giro del mundo siguieron matando a hombres que querían cambiar algo.
Y
hay quien se lava las manos cuando alguien quiere matarlos. Y se las siguen
lavando ante los niños con hambre.
Y
las guerras y el espanto, mirando para otro lado.
Donde
Jesús ha nacido ahora erigieron un muro para que no lo traspasen, sus hermanos
palestinos. Y el amor, se lo olvidaron.
¿Será
que lo secuestraron a Jesús? En este mundo.
Si
es que nació en un pesebre, entre ovejas y borricos.
¿Quién
lo puso en catedrales revestidas de oro puro?
¿Quién
lo llenó de esmeraldas, para qué? yo me pregunto.
¿Alguien
conoció a algún pobre, que de muerto se haga rico?
Dicen
que en Oriente Medio, buscando entre los recuerdos, en el rostro de esa gente,
vio su rostro tal cual fuera, sin rasgos europeístas, sin ojos color del cielo.
Si
luchaba por amor en la tierra desangrada, ¡si fuera contemporáneo, le dirían
terrorista!
A
Jesús lo asesinaron, descalzo como viviera. Hoy hay pequeños descalzos, y
también los asesinan. Por hambre, droga, silencio, o por gatillo ligero. Y a
veces hasta los violan con sotanas.
Y
sin ellas.
¿Será
que se multiplican, los Jesús, por estas tierras?
Mi
abuela habló de la vida, igual como le enseñaron, ella lo hacía con ternura ¡y
yo tanto la escuchaba!
Hay
algo que no me cierra en su historia, compañeros, ¿me habrá mentido la abuela,
o a ella me la engañaron?
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